Puente de San Pablo
Segunda etapa del quinto paseo
Cabalgad, Alvar Fáñez, que sois mi brazo derecho,
hoy mismo tendré necesidad de vuestra ayuda.
[...]
Martín Antolínez, aquel burgalés extraordinario,
a mio Cid y a los suyos les provee de pan y vino;
no necesita comprarlo, pues lo traía consigo.
De todas las provisiones bien los abasteció.
Se alegró mio Cid, el gran Campeador,
y todos los otros que están a su servicio.
[...]
De la parte de Levante llega un sacerdote:
es conocido por el nombre de obispo don Jerónimo,
es muy versado en letras y muy prudente,
a pie y a caballo era muy esforzado.
[...]
Ea, doña Jimena, mi extraordinaria mujer,
com a mi propia alma, yo os quiero.
Poema del Cid




Y sobre la fuente del estanque vieron el pequeño fauno de piedra que sujetaba el cuello interrogante de un cisne párvulo iluminado y revivido por la dulce canción del agua que caía sobre el estanque formando un arco audaz, cerca del teatro provinciano y del puente de San Pablo, tendido a través del Arlanzón, entre la ciudad levítica y la obrera, entre las casas antiguas del Espolón y la Victoria, y las modernas de las barriadas proletarias, dejando a la derecha la armonía de las piedras perdurables y de los bronces sonoros consumidos por las centurias.
Primavera en Castilla (Antonio de Vega)

Entre el cielo y la tierra
Cid y Babieca en paz,
nos trajo la guerra
amarilla la rfaz.
Con él en ancho puente
los suyos y leales,
el agua transparente
y brisa de trigales.
¿Qué mira en tu caballo
el niño? ¿Qué, en tu espuela?
Él aprendió en la escuela:
¡Oh, Dios qué buen vasallo!
Curvas de luz (Julián Velasco de Toledo)