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Castillo
Primera etapa del primer paseo
Puerta del Castillo de Burgos

...Éstas que veis aquí sólo son ruinas donde otrora montó guardia un castillo…
Ahora velan cuatro torres bajo este féretro informe de ceniza, cuatro cubos de piedra, un pozo ciego comunicable en hondas galerías, fosos, trincheras, subterráneos, cuevas, con fábulas, tesoros, duendes, hadas, y un sueño que se vino todo abajo, bajo un montón de escombros y de olvido bajo la mar del tiempo sepultados.
Campeadores montaraces, bruno y patético yelmo ojos de luto, barba cerrando la celada, plata bruñida al pecho de las armaduras, espuelas que son céfiros, espadas llenas de cicatrices enemigas, un fragor de batalla, una quimera de penacho en la frente, en los ijares sangre caliente a pies de los caballos, y una espuma en la brida corta el viento al galopar con sombras de herradura.
Veo el ayer cubierto de piedras piedrones, torres en formación, trochas guerreras, vuelo de barbacanas, matacanes, una lluvia de hierro ballestero buscando la cristiana o mora herida, casas arrodilladas, templos quietos apretándose el miedo a la cintura.
Diego Porcelos, fundador de rocas, padre de la memoria castellana, parceló tan gallarda fortaleza, y como la pasión del poderío el castillo pasó por tantas formas, hasta la magia palaciega.
 Alfonso VI dio al Cid su mano, la horadada, y huérfana quedó de castellanos aquella fortaleza.
Y un destino de pólvora y cuartel lo hizo pedazos, y fue todo venganza en estallido.
(Napoleón quiso borrar la afrenta a una distancia de ochocientos plazos.)


Paraíso de piedra con dos ríos y un bosque

(Bernardo Cuesta Beltrán)

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Ese mar de tejas pardas
y de terrazas abiertas,
que aman el aire limpio
y el olor de primavera.
Ese fulgor de las aguas
que van un tramo derechas,
para volver sus derrotes
a la orilla, ya sin fuerza.
Ese festón verdiblanco
de los chopos, que renueva
palmo a palmo la esperanza
de la ciudad soñolienta.
Y sobre todo esas torres,
vigías de las laderas,
que se yerguen y nos miran
con sus mil ojos de piedra,
soportando todo el tiempo,
definiendo la existencia
como un crecer hacia arriba
a costa de lo que sea.
Y sobre todo esas torres
¡esas dos torres gemelas!
son mis síntesis, mi vida,
sueño, pasión y experiencia.
[...]
¡Oh, Burgos, solar inmenso
de la sufrida meseta,
que diste al mundo la espiga
de granazón, tan selecta,
para que fuera simiente
fructífera en cualquier tierra!
¡Cómo has grabado mi alma
con el buril de tu gesta!
El cerro da tu medida,
el álamo, tu silueta,
el Arlanzón, tu camino,
la catedral, tu presencia,
y la tersura del cielo,
tu voz es rectora y eterna.
Mineral y vegetal,
linfa y viento, sol y gleba,
serán siempre los artífices
de tu espíritu de asceta.


Iberia, visión impresionista

(José Luis Camarero)

Castillo de Burgos
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